El Alcalde de Lima volvió a romper su silencio. Lo que no significa que por fin diera las explicaciones por su estrepitoso fracaso en las revisiones técnicas, o por la arbitraria anulación de la licitación del servicio metropolitano de buses.
Muy por el contrario, volvió a atacar a sus críticos, quienes según él nunca hicieron nada por el país y son unos parásitos. Él, en cambio, es un chambero que escucha y cultiva el perfil bajo –nunca inaugura sus obras–; no le gustan las encuestas ni ha mandado jamás a hacer una; y no gasta un sol en publicidad (¿para qué si todas sus obras llevan su nombre y el de su partido?). No es un político de los que insultan, agravian y confrontan, sino de esos pocos que promueven la conciliación entre los peruanos. Sobre sus aspiraciones presidenciales, pues con tanto trabajo no tiene tiempo para pensar en ello. ¿Dificultades de comunicación? En absoluto, ahí están sus obras, incluyendo las del Seguro Social, de las que pueden dar fe los siete millones de asegurados en el país, y si se han olvidado para eso están los hospitales de la solidaridad que inaugura en provincias. De manera que no piensa, pero trabaja en ello. ¿Que si eso lo lleva a rehuir el bulto frente a medidas impopulares como las revisiones técnicas? En absoluto, nadie como él para asumir desafíos, como cancelar las revisiones técnicas, sobre todo antes de tener que enfrentar a miles de transportistas descalificados para seguir circulando. Mejor que el MTC se haga cargo, aunque Lima pierda un instrumento fundamental para modernizar el transporte.
Gracias a Fujimori Lima perdió atribuciones y recursos; gracias a él sigue perdiéndolas, porque a pesar de que no tiene aspiraciones políticas, prefiere evitarse problemas.
¿Y la cancelación de la licitación de buses? Pues fue necesaria porque se incumplieron algunos formalismos. ¿Pero si dos de las cuatro empresas calificadas cumplieron con los formalismos, lo que era suficiente de acuerdo a las bases para otorgar la buena pro, por qué cancelarla?
Cómo dice él, por pura escrupulosidad. La misma que ha caracterizado a las 2500 licitaciones que ha hecho, incluyendo, imaginamos, las concedidas a dedo por servicios personalísimos, como la de los semáforos de Canadá. Por supuesto que las cosas no son fáciles, sobre todo porque antes de él, nadie hizo nada en Lima o en el Seguro Social o por donde él paso, nada de nada. La historia de Lima y del Perú comienza con él. Lima, 29 de marzo de 2008